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NUESTRAS QUERIDAS PORTÁTILES ( 1ª parte)

José Manuel Aguirre

Hace poco tiempo nuestro amigo Juan Clapés - ese archivo viviente de la memoria de nuestra empresa y paradigma de la fidelidad de un comerciante a los valores de una marca - nos preguntaba si alguno se acordaba del lanzamiento de la Lettera 32, de la Dora, de la Lettera De Luxe y de la Valentine. Algunos de los que lo leímos le hubiéramos respondido que sí. Pero creo que no pocos le hubieran dicho que no se acordaban porque por aquel entonces aún no habían ingresado en la empresa.

Nuestras máquinas de escribir portátiles fueron, sin duda de ninguna clase, los productos más vendidos y los más populares de los que constituyeron la oferta Olivetti a lo largo del tiempo. Y posiblemente los que contribuyeron en mayor medida a la difusión y reconocimiento de nuestra marca. Bien se pudo haber dicho durante años: No diga portátil. Diga Olivetti.

Porque, en efecto, durante muchos años una portátil Olivetti fue un objeto deseado, codiciado por un público tan variado que resulta difícil de catalogar. Aunque las primeras portátiles , aquellas MP1 fabricadas en Italia, tuvieron como clientes objetivo las clases media- altas y altas de la sociedad y, por lo tanto, estuvieron al alcance de muy pocos, al aumentar el nivel de vida de la población y en función de las estrategias de marketing de las empresas - de manera especial de la nuestra en España, como en su momento se verá - hicieron que estos instrumentos creadores y difusores de cultura llegaran a muy amplios estratos de población.

Recurro a las informaciones que nos proporciona la página web Olivetti, "storia di un'impresa", para ilustrar con datos las fechas de nacimiento de todas nuestras máquinas de escribir portátiles.

Fue en 1933 cuando nació la MP 1 (nombre más industrial que comercial) proyectada por Riccardo Levi, estrecho colaborador del fundador, y diseñada por Aldo Magnelli. Pesaba 5,2 kg y tenía 11,7 cm de altura. Se fabricó en siete colores: rojo, azul, azul celeste, marrón, verde, gris y marfil. Los anuncios publicitarios de la máquina identificaban sin lugar a dudas su selecto público objetivo. En España se vendieron muy pocas unidades de este modelo. Juan Emilio García Ventosa y quien esto escribe conservamos como oro en paño una de ellas. Nos las regalaron como máquinas de segunda mano.

 

En 1950 la sustituyó la Lettera 22, un producto muy bello y superior técnicamente al anterior. Pesaba solo 3,7 kg y su altura era de 8,3 cm. En 1959, el Illinois Technology Institute la eligió como el producto con el mejor diseño en los últimos 100 años y pasó a integrarse en la colección permanente del MOMA de Nueva York. Se decía que la Lettera 22, la Vespa y el 600 fueron los símbolos más representativos de la Italia de la época. En España se comercializó con el nombre de Pluma 22. Su precio en el año 1962 era de 3.600 pesetas. Quizá superara en alguna medida el sueldo mensual de un obrero entonces.

En 1963 apareció en el mercado la Lettera 32 y, dos años más tarde, la Dora y la Lettera De Luxe. Las máquinas a las que se refería Juan Clapés. En 1969 se produjo el lanzamiento de la rompedora y revolucionaria Valentine, amparada por una potente campaña de publicidad. La "máquina roja", diseñada por Ettore Sottsass. Nuestro compañero Juan B. García Dolz le ha dedicado recientemente un artículo profusamente ilustrado.

 

En 1974 Olivetti puso en el mercado dos nuevos modelos de máquinas de escribir portátiles, las Lettera 25 y 35, con una imagen diferente a todas las anteriores, ambas diseñadas por Mario Bellini. Cinco años más tarde, aparecieron las Lettera 10 y 12, con un aspecto más ligero que sus predecesoras y finalmente, en 1980, en los albores de la aparición del ordenador personal (que tardaría aún más de 10 años en convertirse en el sustituto de estas máquinas a causa de su elevado precio), se produjo el lanzamiento de las últimas familias de portátiles Olivetti: las de las series 40/41/42 y 50/51/52 . De éstas, no todos esos modelos se vendieron España.

Recordemos que , en 1970, empezamos a comercializar en nuestro país la Lettera 36, nuestra primera máquina portátil eléctrica, y, en 1980, la Praxis 35, la primera máquina de escribir portátil electrónica.

La oferta de Olivetti en el segmento de las máquinas portátiles se completaba, en cierto modo, con la de las máquinas llamadas semi-stándar, con los sucesivos modelos Studio 44 y Studio 46, inicialmente orientadas a un público profesional. Me atrevería a decir que eran las máquinas domésticas de muchos pluriempleados: aquellas personas que completaban sus ingresos regulares con los trabajos administrativos hechos en casa para pequeñas empresas. También la de no pocas operadores económicos modestos.

  

Permitidme que anticipe aquí que en el censo del parque mecanográfico español, (estudio que no tiene parangón en nuestro país, del cual ya he escrito profusamente en nuestra web) realizado en 1968, nuestros vendedores localizaron 47.245 operadores económicos que tenían como única máquina de oficina una portátil o una semi-standar. A ellos podían añadirse 15.350 clientes más que tenían además una sumadora. La cuota de mercado Olivetti en este modestísimo primer estrato de la pirámide de clientes era del 73.5 %.

LAS PORTÁTILES  OLIVETTI  EN  ESPAÑA

En 1954, coincidiendo con la celebración de los 25 años de su implantación en España, Olivetti empezó a producir, en pequeñas cantidades, la portátil Pluma 22 en la fábrica de Barcelona, situada entonces casi en el extrarradio, en el área que había de ser luego la confluencia de las dos arterias más importantes de la ciudad: la Gran Via de les Corts Catalanes y la Diagonal.

A lo largo de los años, la producción barcelonesa de esta familia de máquinas llegó a alcanzar cifras entonces inimaginables. Recordemos que en el ámbito industrial, la dirección de Olivetti decidió, en 1967, concentrar en España, en la fábrica de Glòries, la totalidad de su producción mundial de máquinas de escribir portátiles. El número de empleados en ella ascendió a unas 3.500 personas. En el momento culminante de la actividad llegaron a producirse 700.000 unidades en un año. En 1968 , se exportaron máquinas (no solo portátiles) a 90 países por un valor superior a los 18 millones de dólares de la época.

 A finales de la década de los 70 se decidió trasladar la producción a México. Ello dio lugar a muy serios conflictos laborales en la fábrica y a la pérdida de más de 900 puestos de trabajo.

En 1979, José Antonio Pérez del Villar, economista y compañero nuestro en Estudios Económicos, realizó el estudio "Consumo español de máquinas portátiles comparado con el de los demás países europeos". De él utilizaré algunos datos para completar este artículo y el siguiente.

Es ilustrativo y sugerente observar las cifras de los consumos aparentes de máquinas de escribir portátiles en España en el largo periodo de 24 años, que van desde 1954 a 1977. Es un periodo de tiempo particularmente interesante en la historia económica de la España del pasado siglo. Recordemos que en 1954 el país vivía en un régimen de absoluta autarquía y consiguiente escasez. Hacía solo un año que se había alcanzado el nivel de renta per cápita de 1935, año anterior al inicio de la Guerra Civil. Como es sabido, en 1959, con el Plan de Estabilización se dio paso a dos sucesivos Planes de Desarrollo y al posterior cambio, siempre dentro de la dictadura, a un régimen de libre comercio. En 1977, dos años después de la muerte de Franco, España alcanzó el punto culminante de un proceso inflacionista que ya había alcanzado los dos dígitos a partir de la crisis energética de 1973 y que parecía imparable : el 26,4 %. La firma de los Pactos de La Moncloa ayudó a reconducir aquella situación.

En esos años, el país experimentó grandes e irreversibles transformaciones estructurales:

En este escenario, el equipamiento de los hogares, tan precario en los años de postguerra, incorporó lentamente elementos que iban a considerarse indispensables en una casa moderna: aparatos de radio, neveras, máquinas de coser (hoy ya casi desaparecidas) y más lentamente y en menor medida lavadoras, televisores y lavavajillas. El desiderátum era la moto y no digamos, el 600.

 

  

 Y también aparecieron en los hogares las máquinas de escribir. De aquellas modestas cifras de consumos aparentes (ventas de H.O. e importaciones de la competencia) de 1954, un total de 19.510 máquinas, se pasó a la espectacular cantidad de 275.375 en 1975, solo 22 años después. Luego los consumos se moderaron algo en los dos años siguientes.

En la tabla que acompañamos, se detallan año a año, desde 1954 a 1977, las ventas de máquinas de escribir portátiles realizadas por Olivetti y sus competidores en el mercado español (excluidas las Canarias, que no se incluyeron en el estudio porque disfrutaban de un régimen arancelario especial). En ella se puede observar el espectacular y mantenido crecimiento de los consumos, excepto en los dos últimos años. De las 2.575.742 máquinas vendidas en el periodo, 1.814.181 eran portátiles Olivetti. Nuestra cuota de mercado en el periodo fue del 70.4%.

LOS CONSUMOS DE PORTÁTILES EN ESPAÑA EN EL PERIODO 1954-1977 (excluidas las Canarias)


Hay que tener presente que en los años que contemplamos las máquinas de escribir portátiles se encontraban también en ambientes profesionales. De hecho en el mencionado censo de 1968, que cubría aproximadamente el 75 % del mercado, se localizaron 52.502 portátiles (no se incluyen en esta cifra las semistandar) en clientes profesionales, con una cuota de mercado para Olivetti del 61.3%. Como la cuota de mercado de Olivetti en las ventas totales desde 1954 1966 era del 72.7% , estas cifras son indicativas de la mayor presencia de Olivetti en el sector del equipamiento doméstico.

(No cabe duda de que este artículo hubiera resultado más interesante de haber dispuesto de las cifras relativas a los años posteriores hasta el rápido declive de estas máquinas cuando en los años 90 el ordenador personal, incomparable en prestaciones, empezó a sustituir a las máquinas de escribir. Por desgracia, los datos ya no están disponibles.)

No puedo precisar cuándo el ordenador personal, con sus posibilidades multifuncionales, acabó con las portátiles. Fue un proceso que se inició lentamente pero que adquirió en su momento una aceleración definitiva. Pero sí recuerdo que fue en la edición de Sonimag de 1991 cuando presentamos nuestros ordenadores de la serie PCS, en sus versiones 86, 286 y 386SX. Estaban orientados a las escuelas, pequeñas empresas y estudios profesionales. El modelo más barato -el PCS 86 - tenía un precio de 129.900 pesetas, muy por encima todavía del precio de cualquier máquina de escribir portátil de entonces. También allí IBM presentó sus modelos de la serie PS/1 orientados al mismo mercado.

Quedan por considerar otras cuestiones, responder a preguntas tales como ¿eran cantidades de consumos normales o podían considerarse extraordinarias? ¿Por qué Olivetti mantuvo durante tantos años unas cuotas de mercado tan elevadas? ¿Qué decir respecto a los consumos de otros países europeos? Lo dejo para otra próxima colaboración. Un último dato: el año que más Lexicon 80 vendimos (que no recuerdo cuál fue), solo superamos ligeramente las 43.000 unidades.

José Manuel Aguirre

Barcelona. 17 de marzo de 2015

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