Olivetianos en Acción

CIGÜEÑAS EN PUIGCERDÀ

Como es sabido, las cigüeñas no son aves pertenecientes a la rica fauna pirenaica. Ni siquiera, según las fuentes consultadas, hasta hace poco sobrevolaban la cordillera en sus vuelos migratorios. Una parte de las cigüeñas blancas que pasan el invierno en tierras africanas hace su ruta sobrevolando el Mediterráneo para dirigirse a sus predios de verano en los Países Bajos o en alguno de los escandinavos. Sin embargo, desde hace un poco más de diez años, una bandada de cigüeñas blancas empezó a aparecer por la Cerdanya a finales de agosto o primeros de setiembre. Posiblemente al llegar desde el norte deben sobrevolar el col de la Perche que, situado a 1.581 metros, es la entrada de menor altitud que encuentran.  Suelen llegar por la tarde, descansan por la noche y, a  la mañana siguiente levantan  el vuelo en dirección sur, hacia su próximo final de etapa, seguramente a centenares de kilómetros de allí. No es raro que, al llegar a las proximidades de Puigcerdà, se detengan en algún prado en busca de insectos y pequeños animales que constituyen parte de su dieta habitual. Luego, ocupan posiciones en los puntos más elevados de su área de descanso.

Yo las ví por primera vez en uno de los primeros días de septiembre de 1998. Eran unas 15 aves. Desde entonces, las he vuelto a ver en varias ocasiones. El número de los individuos que componen el grupo sigue una tendencia creciente. El año pasado, cuando estaban alimentándose en un prado, pudimos contar hasta 74 ejemplares.

 

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El domingo 5 de septiembre, hacia las siete y media de la tarde yo estaba en Puigcerdà leyendo cerca de una ventana. De pronto una repentina variación de la luz del incipiente atardecer, producida por algo que se movía, llamó mi atención. Estaba llegando un grupo de cigüeñas volando muy bajo. En su elegante y decidido vuelo describían  amplios círculos, para de inmediato ocupar posiciones seguramente ya conocidas en años anteriores. Diría que lo formaban  algo más una veintena de individuos. En las ocasiones en que las había visto en otros años, solían llegar dos o tres horas antes.

Como os podéis imaginar, he procurado realizar una buena colección de fotos en tales ocasiones. Esta vez, la luz, rápidamente declinante, no me iba a ayudar en la captación de sus imágenes. No obstante, pensé que la fotografía digital hace milagros y empecé una divertida sesión fotográfica.

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Enfrente de nuestro apartamento se encuentra uno de los árboles más bellos que hay en Puigcerdà. Se trata de un bonito cedro del Himalaya. Hasta hace algunos años, creía que era un ejemplar único en la localidad. No lo es. Hay unos pocos más. Posadas en lo más alto de sus ramas es donde las ví por primera vez, hace doce años. Entonces no salía de mi asombro. En esta ocasión, también el cedro fue el lugar de descanso elegido por algunas de ellas. Alguien me avisó de que había cigüeñas por otros muchos puntos del pueblo. Aproveché la poca luz disponible y aún pude captar sus imágenes en otros lugares.

Pensé que al día siguiente, puesto que habían llegado tarde, tendría tiempo por la mañana para hacer fotos en circunstancias mucho más propicias. Pero mi mujer me dijo: ¿Por qué no las vemos ya al amanecer? Así lo hicimos. A las siete de la mañana siguiente estábamos los dos cámara en  ristre disparando en cuanto la luz lo permitió. Acertamos. Aunque a esa hora muchas aves estaban todavía tranquilas, a medida que avanzaban los minutos, empezaron a acicalarse y a dar muestras de agitación. A las ocho menos diez, levantó el vuelo la primera de ellas y, ocho minutos después, se marchó la última. Si no hubiéramos madrugado, hubiéramos perdido una oportunidad espléndida de capturar sus imágenes con esa mágica luz de los amaneceres ceretanos.

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José Manuel Aguirre

Noviembre de 2010

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Comentario.

Es un reportaje excelente y muy bien elaborado. No es normal por esas zonas ver cigüeñas en sus paradas migratorias hacia el sur. Si se acostumbran a esos parajes como fin de una de sus etapas en el camino, no será muy difícil que lleguen a anidar en el futuro.

Aquí en Estartit, desde donde  escribo, ha aparecido  un piquero patirrojo, que se deja ver y fotografiar en sus momentos de descanso  en la pasamanos de algunos de los barcos que hay en el puerto. Dicen que esta ave procede de las Islas Galápagos, a muchas millas de distancia. Espero algún día obtener una instantánea con mi  propia máquina digital.

Vicenç.

 

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