Olivetianos en acción

A LA CONQUISTA DEL KILIMANJARO

 

Cuando estábamos en pleno ajetreo de aquellos días de la preparación de nuestro encuentro del pasado 18 de octubre, nos llegaron diversos e-mails de varios compañeros en los que nos animaban a proseguir con la iniciativa, nos anunciaban su presencia en la fiesta, recordaban a diversas personas y episodios relevantes en su vida profesional…De entre todos ellos, uno tenía un contenido sorprendente. En él, nuestro compañero Joan Santasusana nos transmitía sus mejores deseos de éxito para el acontecimiento a la vez que lamentaba no poder participar en él porque en fechas próximas a la de nuestra fiesta se encontraría…¡en plena ascensión al monte Kilimanjaro! Nos decía que nos mantendría informados del desarrollo de su aventura y que, si el éxito coronaba la empresa, nos mandaría un reportaje gráfico de la misma. Y así lo hizo.

Por diversas causas la traslación de la aventura de nuestro amigo Joan al mundo virtual de los olivetianos se ha demorado en exceso. Hoy, sin más dilaciones, queremos cumplir con nuestro amigo y rendirle un sencillo pero sentido homenaje en el que va toda nuestra admiración y nuestro afecto.

 

    ¿OS ACORDÁIS DE JOAN SANTASUSANA?

Estamos seguros de que la mayoría de vosotros lo recuerda perfectamente. Nuestro compañero Joan Santasusana Codina nació en la población de Callús, en la comarca del Bages, en las proximidades de la montaña de Montserrat y muy cerca del pueblo de Sampedor (la patria chica de Guardiola, el entrenador de moda), la localidad de la que salieron sus vecinos para hacer frente al invasor francés en la Guerra de la Independencia (los catalanes la llaman la Guerra del Francès). La mítica figura del Timbaler del Bruc inmortaliza la gesta.

Santasusana, hoy próximo a cumplir 62 años, ingresó en Olivetti en 1970. Como tantos otros compañeros inició su andadura profesional vendiendo máquinas de escribir -dice él – en el duro campo de labor del distrito, Era su primer empleo, después de dejar la universidad con el bien ganado título de ingeniero mecánico. De aquella época ya lejana recuerda a muchos de sus compañeros, entre ellos a Manuel López Río y a Lovaina. Poco después, pasó al departamento de microcomputadores. Allí se encontró con Alfonso Boullosa y Miguel Tejerina. En la década de los 80, se integró en la División de Sistemas. De aquellos años recuerda con especial afecto a Jordi Calvet, Ezequiel Cabado, Antonio Florensa, Valentín Maneiro y Lluis Solé. Su último destino en nuestra empresa lo tuvo en la Dirección de Concesionarios, que por aque entonces gestionaba Xavier Vigué. De esos últimos años tiene un especial recuerdo para Benet. Nuestro compañero no puede reprimir su tristeza, al darse cuenta de que algunos de los citados, desgraciadamente, ya no están entre nosotros.

Nuestro compañero dejó la Olivetti en 1989.

    EL KILIMANJARO

Muy posiblemente, el nombre del mítico volcán africano haga revivir en nosotros ciertos recuerdos. Quizá los primeros vinculados a nuestros ya lejanos años de estudiantes. Cuando nos situábamos ante el mapa de África, sobre nuestro pupitre el que quizá fue primer libro de Geografía de uno de los primeros cursos de nuestro bachillerato, la mente lo convirtió en nuestro primer libro de viajes y se entregó a imaginar fantásticas aventuras en una caravana que avanzaba hacia quién sabe dónde por las dunas de los grandes desiertos – Sahara, Kalahari,..-; perdidos en la frondosas selvas tropicales llenas de peligrosos animales y tribus salvajes, con la vana esperanza de encontrarnos en nuestros sueños con Tarzán y la mona Chita; en rápida y peligrosa navegación por misteriosos y caudalosos ríos - el padre Nilo, el Orange, el Zambeze, el Congo, el Senegal , en algunos de ellos con sus cascadas y sus cocodrilos; bordeábamos los grandes lagos- Tanganika, Victoria, Alberto, Edwards - y en algún rincón de nuestro tiempo y de nuestra memoria iba a producirse de un momento a otro el venturoso encuentro del explorador Stanley con el doctor Livingstone . En cualquier lugar, podían aparecer Jorge y Fernando y su Patrulla del Marfil. Quizá tengáis la suerte de ser todavía jóvenes y no habréis conocido a esos personajes de tebeo de la niñez de quien esto escribe. Pero, por encima de tantos recuerdos y ensoñaciones, la montaña soñada: el Kilimanjaro. Es posible que en nuestras mentes de niños o de adolescentes, este nombre adquiriera un carácter singular inducido no sólo por el estudio de la geografía sino, sobre todo, por el mágico influjo del cine. En 1952, el director Henry King rodó una sugestiva película basada en una novela de Ernest Hemingway y que, algo más tarde, se estrenó en nuestro pais con el nombre de Las Nieves del Kilimanjaro. Eran sus protagonistas las bellísimas Ava Gardner y Susan Hayward y el galán, Gregory Peck.

Por desgracia, según hemos podido leer recientemente en la prensa, queda ya poco de esas míticas nieves. En 1900, se estimaba que los glaciares de la cumbre del volcán tenían una extensión de 12 km cuadrados. Hoy, ha quedado reducida a 2 km y se estima que, a este ritmo, habrán desaparecido antes de diez años. Se nos informa de que el deshielo posiblemente no es sólo fruto del calentamiento global del planeta y que al fenómeno contribuye tambíén una lenta reactivación de la actividad volcánica.

Para hablar con rigor de la montaña más elevada del continente africano y de uno de los volcanes más altos del mundo, con sus 5.895 metros, he recurrido a Wikipedia.

La enciclopedia libre nos informa de que el Kikimanjaro, situado en el margen oriental del valle del Rift en el estado de Tanzania, es un estratovolcán formado por tres cráteres con nieves perpetuas, debido al glaciar que todavía existe en su cima.

Se desconoce el significado y el origen de su nombre. Podría proceder del swahili. En esa lengua la palabra kilima significa pequeña montaña y njaro, caravanas. Los masai llaman Ngage Ngai a la montaña, es decir, “la casa de Dios”.

La enciclopedia nos dice que, tras varias tentativas de diversos exploradores y después de dos fracasos, fue Hans Mayer, acompañado de su amigo Ludwig Purtscheller y del guía chagga Yohana Lauwo, el primero en pisar la cumbre el 6 de octubre de 1889.

En 1987 la Unesco declaró Patrimonio de la Humanidad al Parque Nacional del Kilimanjaro.

Nuestra fuente afirma que “la ascensión es técnicamente fácil, pero larga y penosa por el frío y la altitud”. Las autoridades de Tanzania controlan el número de excursionistas que cada año intentan alcanzar la cumbre. Se estima que, aproximadamente, son unos 20.000.

    LA HAZAÑA DE SANTASUSANA

Nos gusta calificar de hazaña el hecho de que nuestro compañero, ya sexagenario, haya podido realizar su sueño de alcanzar esta mítica cumbre. Para él se trataba de un sueño que ha alimentado a lo largo de muchos años.

Por eso resulta imposible describir su emoción al llegar a la cima. El día 16 de octubre del pasado año, a las 17 horas y 18 minutos nos mandó un mail cuyo texto reproducimos tal como lo escribió en catalán (sigue traducción al castellano):

“Hola a tots. Soc el “Joan” (Santasusana Codina i aviu dia 13-10-2008 de 61 anys+3 mesos+7 hores) des de TANZANIA, vos assabento que el dia 13 d’Octubre 2008 a les 14 hores (Tanzanes, 13 hores de Catalunya), juntament amb el nostre guia el tanzà ERIK (jo li deia el Sony Ericson), varem assolir el Uhuru Peak = “El Kili”= Kilimanjaro de 5895 mts (jo+3 mts perque vaig pujar a sobre el rètul del cim). Ja em baixat, ho em celebrat i estem de safaris i….Zanzibar = platges.

Les comunicacions no són abundants ni fàcils.

Quan arribi ja vos facllitaré més informacions.

No cal que vos digui lo satisfets que estem tot el grup de cinc.

El Kili ja é nostre.

Una abraçada

Joan

En castellano:

Hola a todos. Soy “Joan” (Santasusana Codina y hoy día 13-10-2008 tengo 61 años, 7 meses y 7 horas), desde TANZANIA, os informo de que el día 13 de de octubre de 2008 a las 14 horas tanzanas ( las 13, hora catalana), junto a nuestro guía tanzano ERIK ( yo le llamaba el Sony Ericson) hemos alcanzado el Uhuru PeaK= “El Kili” = Kilimanjaro de 5.895 metros (en mi caso más tres , porque me encaramé al rótulo de la cima ).

Ya hemos bajado, lo hemos celebrado y estamos de Safaris y…Zanzibar = playas.

Las comunicaciones no son abundantes ni fáciles.

No hace falta que os diga lo satisfechos que estamos los cinco de todo el grupo.

El Kili ya es nuestro.

Un abrazo

Joan.

El grupo de cinco estaba compuesto por cuatro jóvenes bomberos de la Generalitat, buenos montañeros, con edades comprendidas entre los 30 y 38 años, y nuestro “abuelo” de 60 años, tres meses y siete horas, como le gusta definirse con precisión cronológica. Joan explica que los guías, originarios de la tribu de los Bushmen (hombres de los matorrales) le llamaban “baboo” que él traduce con la expresión catalana de “home de seny”).Estas gentes, como su nombre indica, viven entre matorrales , en casas cubiertas por elementos vegetales; comen de lo que cazan, se lo comen todo excepto serpientes. Permiten que les acompañes en sus cacerías, eso sí, tras el pago de una determinada cantidad de dinero. “Para visitar su aldea tuvimos que caminar durante dos horas a la ida y dos horas de vuelta por un paisaje que era casi un desierto”

La expedición estaba formada por los cinco montañeros catalanes y quince porteadores nativos. Tras seis días de ascensión, descansando en vivacs de altura, alcanzaron la cumbre por la ruta Whisky.

Joan nos dice que “el proyecto fue fruto de la ilusión de la gente de montaña por llegar siempre más alto”. En su caso era un proyecto que maduraba desde 1974, cuando uno de sus amigos realizó la ascensión. Ahora él lo ha podido conseguir acompañado por uno de los hijos de aquel pionero. Joan, que es un optimista, afirma que si el cuerpo aguanta se propone conquistar el Aconcagua, la cima más alta de Sudamérica. Concluye que, en todo caso, no piensa llegar más allá de los 9.000 metros.

Las imágenes son más explícitas que las palabras. El reportaje gráfico que acompaña este texto ilustra ampliamente la aventura con carácter de gesta de nuestro compañero.

Per molts anys, Joan! ¡Muchas felicidades, Joan!

 

Reportaje fotográfico.

Juan García Dolz y José Manuel Aguirre.

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