Olivetianos en Acción

EL  ELEA  9003

Al este de Florencia y al norte de Arezzo, en plena Toscana, la bellísima región de la Italia central, se encuentra Bibbiena, una pequeña y alegre ciudad situada en una colina del Casentino. Este municipio de unos 13.000 habitantes tiene un envidiable centro docente: el Istituto Secondario d’Istruzione Superiore Enrico Fermi. Cuenta con 450 alumnos, 80 profesores y 26 personas para tareas administrativas y auxiliares. Ha sido una institución pionera en la enseñanza de informática y electrónica. Han salido de sus aulas muchas y excelentes promociones de peritos electrónicos, informáticos y mecánicos, además de peritos en otras disciplinas. Posiblemente este sea su activo fundamental, pero no es el único: en una de sus salas se conserva un Elea 9003 en muy buen estado y capaz de que casi todas sus prestaciones rindan al 100 %. Constituye un formidable instrumento docente, ya que los alumnos pueden observar a escala humana “la anatomía” de los elementos integrantes de un ordenador, hoy cada uno de ellos un milagro de la microelectrónica. Durante el año, el Instituto recibe visitantes de las más variadas procedencias.

En mi colaboración anterior trataba de los inicios de Olivetti en el mundo de la electrónica. De manera muy somera me refería a este equipo cuyo nombre nos trae reminiscencias de aquella escuela filosófica de la Magna Grecia que tuvo en Parménides a su máximo exponente. En realidad es el acrónimo de Elaboratore Elettronico Aritmetico, palabra esta sustituida poco después por Automático.

El Elea 9003 fue el primer ordenador a transistores fabricado en el mundo.

Mesa de mando, fotolector y unidad de cinta.                                                                  El teclado de la mesa de comando.

Si en mi escrito anterior hube de recurrir una y otra vez al testimonio de Piergiorgio Perotto, ahora mi referente no puede ser otro que Franco Filipazzi, doctor en ciencias físicas por la universidad de Pavía y uno de los padres de esta máquina, en estrecha colaboración con Mario Tchou, director del proyecto. En 1960 fue nombrado director de investigación y tecnología en el laboratorio de Olivetti.

 

El perforador de tarjetas BULL.                                                                 Detalle del perforador y de una tarjeta perforada.   

El 21 de mayo de 2008, El dott. Filipazzi pronunció una conferencia en la universidad de Udine con este sugerente enunciado, “Elea 9003: historia de un desafío industrial”. En esa ocasión decía que para comprender mejor cuanto se iba a tratar convenía situarse en el escenario de la Italia de los 50. El país vivía una fase histórica de innovación y de desarrollo económico y social. Empezaba la motorización de masas: era el momento de los 600 y de los scooters. La investigación científica y tecnológica estaba en plena efervescencia. Se estudiaban las tecnologías nucleares en búsqueda de fuentes alternativas de energía. Se desarrollaban nuevas técnicas en las telecomunicaciones. A este escenario vino a añadirse la informática, entonces en sus albores.

 

El lector de tarjetas perforadas BULL.                                                                              La teleimpresora TE300.           

En 1954 llegó a Italia el primer ordenador, un NCR fabricado en California con destino al Politécnico de Milán. Al año siguiente, llegó un Ferranti para el Istituto Nazionale per le Applicazioni del Calcolo, en Roma.

En 1955, cuando nació el proyecto CEP (Calcolatrice Elettonica Pisana) en la universidad de Pisa, Olivetti le prestó su apoyo financiero y le asignó alguno de sus investigadores. En un cierto momento (como ya expliqué en mi anterior trabajo), Olivetti decidió crear su propio laboratorio en la ciudad para fabricar su propio ordenador y entrar así en el incipiente mercado de la informática. Insertó un anunció en los principales periódicos nacionales para reclutar personas que tuvieran experiencia en electrónica y técnicas impulsivas en otros campos. No se pedía competencia específica en informática, porque se suponía que nadie la tenía. El dott. Filipazzi, profesor asistente entonces en su universidad, respondió al anuncio y en poco tiempo se encontró trabajando en el elegante barrio pisano de Barbaricina.

El propio Filipazzi explicó: “¿Cómo se trabajaba entonces? En aquella época los ordenadores eran objetos prácticamente desconocidos, no existían libros sobre la materia, no había revistas. Las personas que trabajaban en el sector eran pocas en todo el mundo y se comunicaban poco entre ellas. El correo electrónico e Internet estaban todavía por llegar. Así podía ocurrir que se inventaran cosas que ya habían sido inventadas en otro sitio y quizá ya descartadas…Ahora, sin embargo, debemos protegernos del exceso de información. Entonces era todo lo contrario.”

En una entrevista personal publicada en una revista, afirmó: “Éramos un pequeño grupo, todos jóvenes, y teníamos la sensación de vivir una aventura singular, de afrontar un excitante desafío científico y tecnológico. En verano, nos íbamos al mediodía a Marina de Pisa, a unos 10 kilómetros, a bañarnos, pero luego nos quedábamos en el laboratorio hasta bien vencida la tarde.

El laboratorio no era una de aquellas estructuras modernas, de gran estilo, que le dieron fama a Olivetti. Más bien recordaba tiempos pasados. Se trataba de una antigua villa señorial, en la cual los estucos, la decoración y los motivos floreales contrastaban de manera extraña con los aparatos futurísticos, hechos de válvulas, cables desordenados y pilotos parpadeantes.”

El trabajo de aquel grupo de jóvenes técnicos se tradujo, a mitad de 1957, en la finalización del primer prototipo experimental, realizado a base de válvulas termoiónicas. Se le denominó máquina Cero.

En aquel tiempo, apareció el transistor como elemento determinante en la industria electrónica. Por ello, se tomó la valiente decisión de comenzar de nuevo renovando el proyecto por esta causa. Había que empezar por aprender cómo se comportaba el nuevo componente. A mitad de 1958, el prototipo de la máquina a transistores estaba ya listo. Se le denominó máquina 1T.

Para la sucesiva fase de industrialización y producción se eligió el área de Milán. Por ello, en el otoño de 1958, el grupo de Barbaricina se trasladó a Borgolombardo. En frase de Filipazzi, “Así concluía la fase pionera de la operación. Aquel computer nacido entre caballos salía de la cuadra para competir en la pista.”

En 1959, se presentó en la Feria de Milán la versión definitiva del Elea 9003.

Armarios del grupo alimentador, GUS y ULA.                                                                    Armarios del GUS, ULA y GUN.            

Cuando me encontraba en la tarea de resumir la mucha documentación disponible para escribir esta colaboración, nos llegó la Newsletter nº 18, de los olivettianos italianos. En ella encuentro unas interesantímas “Memorie di un olivettiano”, escritas por Sergio Conti. Recuerda un período de trabajo comprendido entre noviembre de 1959 y mayo de 1962. Las subtitula “Elea 9002. Cuando la informática italiana llevaba pantalones cortos y era bonita correr con ella.” En ese escrito recuerda sus primeros tiempos en Olivetti y su vinculación a la máquina Elea 9002 (la llamada máquina 1T) instalada en la planta baja de la sede milanesa de Olivetti, en el número 4 de via Clerici, que tanto añoramos los que la conocimos y trabajamos en ella.

Tomo de Conti una muy somera y precisa descripción de las características fundamentales de aquellos equipos:

ELEA 9001 (Máquina Cero). Prototipo de válvulas con montaje de hilos libres, con una parte de transistor de germanio dedicada a la gestión de las cintas. Una vez terminado, en 1957, el sistema se envió a Ivrea donde, durante seis años, controló los almacenes de producción de Olivetti. El perfeccionamiento de este prototipo se produjo durante más de un año y medio de eficaz trabajo interno.

Interior del alimentador piloto para los 100V.                                                                              Una Válvula termoiónica.            

ELEA 9002 (máquina 1V). Fue el prototipo de válvulas con circuitos impresos, arquitectura lógica con proyecto optimizado para desarrollar la línea del sistema 9003. Mucho más veloz que su predecesor, utilizaba los transistores de silicio en la unidad de gobierno de las unidades de cinta. Éstos se demostraron mucho más fiables y económicos que las válvulas. Las pruebas de funcionamiento del sistema permitieron consolidar la arquitectura y la estructura lógica del hardware y la primera generación de programas de software para los modelos sucesivos.

ELEA 9003 (máquina 1T). Proyectada enteramente a transistores con tecnología diode - transistor logic, fue el primer ordenador comercial totalmente transistorizado fabricado en el mundo. Se llegaron a vender unos 40 ejemplares, destinados a grandes empresas, bancos, compañías se seguros y entes públicos. El primero encontró su lugar en las instalaciones de la empresa textil Marzotto, en Valdagno. Y el segundo, en la Banca Monte dei Paschi di Siena. En 1972, esta institución lo donó al ITIS Enrico Fermi, de Bibbiena, que, como ya hemos dicho, lo utiliza para fines didácticos.

Una placa INVERTER. Primeros transistores y diodos fabricados.                                     El interior de un armario lateral de alimentación.               

Conti nos recuerda que la potencia de cálculo (de cerca de 8.000 a 10.000 instrucciones por segundo) fue superior a la de sus competidores durante años .La memoria central del sistema era de matrices de núcleos de ferrita de dimensiones que iban de 20 a 160 Kb, trabajando a una frecuencia de 100 kHz. La memoria de masa estaba confiada a unidades de cinta -20 como máximo -, con una capacidad serial de memorización prácticamente ilimitada. En términos prácticos se trataba de cerca de 500 Mb, una cantidad muy elevada para la época.

Detalle de los bancos de la memoria de núcleos.                                                  El buffer de gobierno de la unidad de impresión.

El ordenador estaba dotado de 5 palabras de 6 bytes más un bit de paridad con memorias de núcleos de ferrita y la frecuencia del reloj era de 100 kHz, con capacidad comprendida entre las 20 y las 160 mil palabras. El sistema no disponía de sistema operativo y se podía programar mediante un “lenguaje base”, que venía a ser una especie de lenguaje máquina.

En la conferencia de Udine, Filipazzi dijo que el Elea 9003 era un sistema de vanguardia en todos los aspectos: la concepción lógico-sistémica, que permitía multiprogramación (hasta tres programas en paralelo); la tecnología constructiva (completamente transistorizado) y su diseño, que, realizado por Ettore Sottsass de manera totalmente innovadora, ganó, en la Feria de Milán el premio Compasso d’Oro al mejor diseño industrial.

 

Armarios del ULA y del GUN con las alas abiertas.                                                            El teclado de la mesa de comando.        

Cuando los ordenadores de entonces llegaban hasta el techo, el Elea tenía 1,30 metros de altura; los cables no estaban bajo el suelo sino por encima de las máquinas, protegidos por elegantes canaletas, con la consiguiente ventaja de la facilidad de instalación y de mantenimiento.

Dejemos constancia de que el sistema instalado ocupaba unos 200 metros cuadrados y pesaba algo menos de 10 toneladas. Su precio era de unos 800 millones de liras de la época, equivalentes a 3’5 millones de euros actuales. Olivetti entregaba junto al equipo unas cuatro mil páginas de manuales y unos doscientos esquemas eléctricos.

Manuales del ELEA y detalle de algunos programas.                                            Las cintas magnéticas con los datos y los programas.

Refiriéndose al software, Filipazzi señaló: “Entonces la programación estaba en una fase artesana; se programaba en lenguaje máquina. Aún no existían rigurosos fundamentos metodológicos; el software era fruto del ingenio y de la creatividad de cada uno de los programadores. ”Recordaba que“ las máquinas se entregaban al cliente prácticamente ‘desnudas’; los programas se desarrollaban después en base a exigencias específicas, con la ayuda del usuario y del proveedor. El concepto de sistema operativo estaba aún por llegar.”

Al igual que Perotto, Filipazzi rendía tributo de admiración a la capacidad empresarial de Adriano Olivetti. Le consideraba un visionario en la acepción más positiva del término y lamentó que, a la muerte del empresario, la clase política, los empresarios, la prensa y los sindicatos permitieran con la más absoluta indiferencia que, en plena crisis, en 1964, la División Electrónica de Olivetti se cediera de manera prácticamente gratuita a la General Electric cuando contaba con una fuerza humana de más de 2.000 personas altamente cualificadas, de las cuales unas 500 en el área de I+D.

Cuando la cesión tuvo lugar ya se disponía de un nuevo sistema, el Elea 4001, de dimensiones y precio reducidos, al alcance de un mercado más amplio. La General Electric adoptó esta máquina como estándar de la franja baja de su línea de ordenadores en ámbito mundial y la lanzó en 1965 con el nombre de GE 115. De este sistema, completamente proyectado y diseñado en Italia se vendieron unos 4.000 ejemplares, de los cuales el 60% en los Estados Unidos.

Volvamos al ITIS E. Fermi de Bibbienna. En una hermosa sala está instalado nuestro Elea 9003 dotado de todos sus periféricos: teleimpresora, fotolector de banda perforada, ocho unidades de cinta TMZ, un convertidor off-line GUS con unidad de cintas TM4 y una impresora MZ3.

Algunas de las 8 unidades de cinta de 8 Mb.                                                                                  La impresora.                

El sistema, el segundo de los que se fabricaron en su día, llegó al ITIS donado por el banco Monte dei Paschi di Siena, en 1972. En la época de la donación era el único instituto técnico toscano que enseñaba esas materias. El Instituto se ha comprometido en el mantenimiento de este ejemplar único del Elea 9003 a costa de un gran esfuerzo económico y del personal no sólo por su carácter testimonial de una época sino, sobre todo, por el valor didáctico que tiene al hacer posible que los alumnos “entren dentro del computer” y , como afirma el profesor de informática Stefano del Furia, aunque conceptualmente saben qué son, vean físicamente determinados elementos como el buffer de memoria, las unidades aritmético-lógicas y algunas otras.

Detalle del esquema lógico de la U.C.                                                   El interior del armario central de alimentación.      

Con el paso del tiempo algunas funcionalidades y elementos del sistema se fueron deteriorando, hasta llegar a un punto preocupante. En la dirección www.isisfermi.it encontraréis un blog en donde unos técnicos de Olivetti ya jubilados explican su generosa dedicación a la reparación de los varios elementos del sistema con problemas de funcionamiento. Inicialmente se formó un grupo de 12 de ellos y, según he creído entender, fueron cuatro los que realizaron los últimos trabajos. Me parece indicado dejar aquí constancia de sus nombres, para en su persona, rendir homenaje de los olivettianos españoles a todos aquellos otros compañeros de nuestra empresa, al ISIS y a algunas instituciones que han contribuido a mantener este glorioso ELEA 9003 en pleno funcionamiento. Nuestra gratitud, pues, a Michele Bonessa, Marco Salvo, Guido Fantini y Benito Franzini.

Permítaseme agradecer, a título personal, la comprensión y la ayuda que me ha prestado el profesor Stefano del Furia para la realización de este trabajo.

 

José Manuel Aguirre.

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